11 Febrero 2017

El último mono

Publicado en Deportes

La tormentosa relación entre el Rayo Vallecano y sus aficionados

Antonio Luquero | Vallecasweb
Esta mañana, mientras miraba con desgana uno de los muchos programas de televisión que cuentan con público en directo, observé cómo uno de los espectadores se dormía literalmente en su silla mientras un grupo de tertulianos, situados de espaldas a él, vociferaba a ver quién tenía la razón más larga. El pobre hombre, joven, se vio incapaz de vencer el sopor que la conversación provocaba, y supongo que los menos de 6 euros por hora que le pagan por estar situado como un decorado viviente tampoco ayudaron a mantenerlo despierto.

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El ejemplo que les comento viene al caso porque en el fútbol actual está sucediendo algo parecido, aunque con ciertos matices. Desde hace tiempo, el espectáculo futbolístico le ha dado la espalda al espectador con el objetivo de adormecerlo y aborregarlo. Los encuentros ya no se disputan mirando hacia el aficionado que acude a los estadios, sino al público que lo presencia en su casa y a los anunciantes que sueltan la 'tela' antes, durante y después de las retransmisiones deportivas.

Los últimos acontecimientos generados en el entorno del Rayo Vallecano apuntan en la misma dirección. La decisión de los aficionados de rechazar el fichaje de Roman Zozulya ha provocado un revuelo enorme entre los medios periodísticos y las instituciones deportivas, desmesurado si lo comparamos con la habitual relevancia pública del equipo de Vallecas, una entidad pequeña que rara vez merece la atención de los periodistas. Por supuesto, nadie del Club salió a defender a sus abonados, tampoco los futbolistas.

La idea que se ha extendido durante estos días de que el aficionado “no es quién” para decidir qué jugador debe o no debe fichar un club porque esto “sentaría un peligroso precedente”, se cae por su propio peso. Esos mismos medios, hoy, emplean horas y horas de programas de radio y televisión, y cientos de páginas de periódicos, en pedir la opinión de los aficionados del Real Madrid —que debe ser “tenida en cuenta”, en este caso sí— a la hora de decidir si la final de la Copa del Rey debe jugarse o no en el Estadio Santiago Bernabéu. Según parece, ver el 'templo' del madridismo lleno de esteladas no debe tener nada que ver con mezclar fútbol y política, como proclama Javier Tebas, gurú de la Liga de Fútbol Profesional y máximo defensor de los 'valores' que debe transmitir el universo del balón redondo. La directiva del Rayo Vallecano se ha apuntado también a esta corriente y ha decidido definitivamente actuar de espaldas a sus aficionados.

El 'caso Zozulya' no habría tenido mayor recorrido de no haber estado de por medio algunos aficionados de 'Bukaneros'. Ahí se encuentra el punto de partida y estará en el final de todo este embrollo. Si en vez de 'Bukaneros' hubieran acudido aficionados de otros grupos o peñas, el Club se habría pasado 'por la patilla' las protestas y habría decidido el fichaje a las primeras de cambio, pese a las informaciones que desde primeras horas de la mañana avisaban del perfil del futbolista.

En Vallecas, la entidad está tan acostumbrada a hacer todo de espaldas a la afición que, cuando ésta se le pone en contra, no sabe por dónde tirar. En el 'caso Zozulya', ha actuado frenando y retrocediendo en un primer momento, tomando impulso después y, cuando ha cogido carrerilla, se ha tirado por el barranco arrastrando a su paso al futbolista, al Betis, y a la masa social del Rayo, con periodistas deportivos incluidos. Todos al fondo del pozo, como está mandado.

La indignación de los abonados por su escasa influencia en las decisiones del Club es comprensible, pero se explica tomando como referencia las cuentas de gestión del Rayo Vallecano. En el último presupuesto confirmado por la entidad vallecana, presentado para el ejercicio 2014-2015, los ingresos del Club por todos los conceptos (televisión, publicidad, traspasos, taquillas…) fueron de 30 millones de euros. La mayor partida de ingresos, superando claramente los 20 millones de euros, fue por derechos de televisión. Del total, los ingresos por taquilla (abonos y localidades vendidas) apenas superaron los 1,2 millones de euros.

Por lo tanto, con los datos en la mano, esos 10.000 abonados que declara el club más los 3.000 ó 4.000 seguidores que se alternan en los asientos de Vallecas en cada partido suponen, con sus dineros, tan solo el 4 por ciento de los ingresos totales. Una miseria...

Ese 4 por ciento de los ingresos en 'cash', que resultaría importante para cualquier empresa en su balance de resultados, para el Rayo, con sus actuales gestores, no es nada. Es, por ejemplo, el dinero que se puede dilapidar en Oklahoma sin que nadie se vea en la obligación de dar explicaciones. Total, como el Club es una empresa privada…

No esperen los aficionados del Rayo Vallecano nada por parte de los directivos, de los jugadores, o del cuerpo técnico. Ni una llamada, ni un comunicado de apoyo con el que responder o justificar mentiras, errores, querellas criminales de La Liga y amenazantes burofaxes del Club hacia los dueños del local de una de las peñas. No esperen nada, salvo el mensaje de que “los jugadores cuentan con el apoyo de la afición para el próximo partido, porque ellos nunca nos fallan”. Mucho pedir para alguien a quien se trata como si fuera el último mono, ¿no les parece?

(*) En la imagen que abre esta información, los aficionados del Rayo Vallecano se sienten como si fueran el último mono de la compañía.

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