Juan Jiménez Mancha | Vallecasweb
'Rojo', encima del Partido Comunista, muy comprometido con las clases bajas y con Vallecas, y una “mosca cojonera”, así era el perfil del carismático y generoso directivo rayista que, en pleno franquismo, se encargó de estrenar el puesto de delegado o presidente de las peñas franjirrojas.

Pascual García Mora nació en Linares (Jaén) el 1 de enero de 1919, aunque con solo dos meses emigró con su familia a Vallecas. De padres muy tradicionales, llegó a estudiar en su juventud para cura, pero pronto cambió su futuro con sotana —en adelante sería un exacerbado anticlerical— por el ingreso en las juventudes socialistas y en el PSOE y luego en el Partido Comunista de España, del que fue comisario político durante la guerra civil. Por este último cargo fue hecho prisionero en la posguerra y fue condenado a muerte en uno de los famosos juicios de Las Salesas, resolución que logró conmutar —haciéndose cargo de su propia defensa— por la pena de destierro. Nada le impidió, sin embargo, luchar de por vida contra el franquismo. No en vano fue uno de los militantes del PCE que se encargó de la reorganización clandestina de este partido en los primeros años de posguerra.



Fijó su residencia primero cerca del mismo Puente de Vallecas, y tras la guerra, en Palomeras Bajas, en la calle Hermanos Santos nº 31, donde, como tantas familias, se autoconstruyó su vivienda en compañía de su mujer, Josefa Hipólito, procedente de Chamberí, y de sus cinco hijos. Su acercamiento al Rayo Vallecano se produjo en 1956, cuando el conjunto franjirrojo consiguió la hazaña de ascender por primera vez a Segunda División, un hito en Vallecas logrado en buena medida gracias a una afición que, como el propio Pascual, siguió al equipo en largas caravanas de coches y autobuses por gran parte de la geografía española. El amor y entusiasmo por el Rayo Vallecano poseían más fuerza que las carencias materiales y la falta de dinero.

En 1959 fundó la Peña OTER, que tenía su sede en las bodegas con este nombre que había en la calle Martínez de la Riva. Tras descender en la temporada 1960-61 a Tercera División, el Rayo se quedó, por enésima vez, arruinado y Pascual y varias personas más, con Juan Roiz como nuevo presidente, se dedicaron a buscar dinero casa por casa para mantener al club con vida. De nuevo Vallecas, en este caso con la ayuda de Santiago Bernabéu, presidente del Real Madrid, salvó al Rayo de desaparecer. En la temporada 1962-63, Juan Roiz inauguró el puesto, considerado fundamental, de delegado de las peñas franjirrojas y escogió a Pascual, ya vocal rayista, para ocupar el cargo. No importaba que Juan Roiz fuera un hombre muy de derechas y Pascual García Mora muy de izquierdas: El Rayo y Vallecas estaban por encima de todo. Los directivos y jugadores con pasado o ideas republicanas eran protegidos y ayudados por los demás.

Portada del carné de abonado. (© Foto: ARCHIVO FAMILIAR DESCENDIENTES PASCUAL GARCÍA MORA / Vallecasweb.com)

Pascual García Mora colocando la insignia de oro y brillantes del Rayo Vallecano a Pedro Roiz, presidente del club, el 12 de junio de 1966. (© Foto: ARCHIVO FAMILIAR DESCENDIENTES PASCUAL GARCÍA MORA / Vallecasweb.com)

De pie, micrófono en mano, hablando en la Peña Renedo el 6 de marzo de 1966. (© Foto: ARCHIVO FAMILIAR DESCENDIENTES PASCUAL GARCÍA MORA / Vallecasweb.com)

“Pascualín”, segundo por la izquierda, durante una visita al campo del Moscardó, 12 de diciembre de 1966. (© Foto: ARCHIVO FAMILIAR DESCENDIENTES PASCUAL GARCÍA MORA / Vallecasweb.com)

La “corte” franjirroja se completó con varias personas más totalmente vinculadas al franquismo, como Pedro Torres, comisario jefe del distrito de Vallecas, y Pedro Roiz, jefe local del Movimiento y futuro presidente del club. Con este último Pascual entabló una entrañable amistad. Bajo su mandato, un día de junta del club Pascual fue encarcelado por la guardia civil, no pudiéndose iniciar la reunión. Una “comitiva” rayista, encabezada por el propio Pedro Roiz, se personó donde estaba preso y, entre cariñosos insultos tipo “¡Tira para allá…!”, se lo llevaron a rastras del cuartel, mientras Pascual no cesaba de encararse, pese a su pequeña estatura, con los guardias.

Pedro Roiz fue también el padrino de uno de sus nietos, llamado precisamente Pedro en su honor. Al acudir al bautizo, el presidente y otros directivos que estuvieron en la cita se quedaron perplejos ante las duras condiciones de vida que rodeaban a Pascual y su familia en su hogar de Palomeras Bajas. Para ayudar a Pascual, Pedro Roiz le consiguió un trabajo en la empresa Atlas Seguros con el que pudo dejar su empleo, que le resultaba económicamente insuficiente, de ebanista.

Pascual se mantuvo como delegado de las peñas del Rayo, algunos años encargándose al tiempo de otras parcelas, hasta la temporada 1973-74. Y lo hizo, además, siendo un hombre con escasos recursos económicos, algo poco habitual en aquella época. Le ayudó en el puesto su facilidad para expresarse, su fácil verborrea. Era un hombre carismático y entrañable, por eso todos le conocían como Pascualín, pero también era un rival muy peleón en las negociaciones y discusiones.

Carné de vocal delegado de peñas. (© Foto: ARCHIVO FAMILIAR DESCENDIENTES PASCUAL GARCÍA MORA / Vallecasweb.com)

Pascual con su hijo Miguel cuando éste jugaba en los juveniles del club. Como puede apreciarse, la equipación llevaba la franja en posición invertida. (© Foto: ARCHIVO FAMILIAR DESCENDIENTES PASCUAL GARCÍA MORA / Vallecasweb.com)

A la derecha, en los prolegómenos de un partido amistoso en Vallecas. (© Foto: ARCHIVO FAMILIAR DESCENDIENTES PASCUAL GARCÍA MORA / Vallecasweb.com)

Junto al delantero Paco Moya, en el último partido de éste en Vallecas, jugado el 19 de marzo de 1967. (© Foto: ARCHIVO FAMILIAR DESCENDIENTES PASCUAL GARCÍA MORA / Vallecasweb.com)

Realizó una extraordinaria labor, que desarrolló con encomiable entrega. Parecía mentira que una figura tan menuda como la suya pudiera moverse de un modo tan dinámico. Era un verdadero torbellino, en todos los sentidos. Consideraba al Rayo como “algo más que un club deportivo: para él también era una institución de gran aporte social en una barriada que carecía de muchas cosas y medios de diversión y formación” (Fernando Palma, “Tú Revista”, enero 1994). Gracias a su gestión fueron naciendo numerosas peñas franjirrojas. En febrero de 1967, la revista del club detallaba su creciente número y ensalzaba su importancia y “destacada misión”. Había entonces ya 21 peñas oficialmente reconocidas. Pero a continuación nacieron muchas más. En 1972, su trabajo resultó fundamental en la creación de la primera peña rayista ubicada fuera de Vallecas: la Peña Rayo Vallecano de Santander. Su hijo Miguel, al tiempo, jugó en las categorías inferiores del club hasta que fue cedido al Daimiel.

Tenía obsesión porque el público animara siempre al equipo y, sobre todo, porque nunca le abucheara o sacara pañuelos como gesto de protesta. Llamaba a las personas que actuaban así “reventadores”. Para Pascual, eso no era estar con el equipo. En el verano de 1970, bastantes periódicos del país publicaron un artículo suyo titulado “El problema es de afición”, donde achacaba este modo de proceder a la falta de “educación deportiva”.

Su otra gran obsesión era el incremento del número de socios. En 1966 su objetivo era llegar a los 6.000, tal y como afirmó en enero de ese año en una entrevista para la revista del club. En esta entrevista destacó también su papel de mediador entre la afición y el club, con objetivos como el apoyo a los que viajaran con el equipo, la realización de actividades benéficas y culturales y la creación del trofeo anual “Al mérito rayista” para premiar a la peña que hubiera tenido la actividad más importante. Pascual, además, se sentía pletórico de la unión que reinaba en el Rayo Vallecano, atribuyendo las buenas relaciones entre la numerosa familia rayista al trabajo de todos: “directiva, secretaría técnica, presidentes de peñas. Todos ellos han dado lugar a la formación de ese espíritu maravilloso de unión en torno al Rayo que es orgullo y admiración de todos”.

Nada más empezar la temporada 1973-74, Pascual García Mora dimitió de su cargo de delegado de las peñas. Abandonó la directiva del club y pasó a dedicar más tiempo a sus actividades políticas. Era amigo del padre Llanos y de Santiago Carrillo, y lloró —al parecer la única vez que lo hizo— al morir La Pasionaria.

Vivió la Transición con emoción. En Vallecas luchó, como miles de personas, por lograr viviendas y barrios dignos para todos. Cuando la ocasión lo merecía, atravesaba Vallecas con el himno de La Internacional sonando a todo trapo desde una furgoneta del PCE. Afiliado a Comisiones Obreras, escribió artículos en los primeros años ochenta en la revista “Mundo Obrero” en los que, como militante de base, utilizó las páginas de opinión y tribuna libre para verter con pasión su idealismo —su profundo marxismo— y, sobre todo, para reclamar unidad en tiempos de crisis del Partido Comunista. Algunos de estos textos los firmó como perteneciente a la Agrupación Sauquillo de Puente de Vallecas, llamada así en honor al antiguo militante del partido Francisco Javier Sauquillo, hermano de Paca Sauquillo, fallecido en la matanza de Atocha de enero de 1977. A mediados de los ochenta, en desacuerdo con el nuevo rumbo tomado por el partido tras dejar la presidencia Santiago Carrillo en noviembre de 1982, abandonó el PCE e ingresó en el PSOE.

Carné de socio de honor de la Peña Rayo Vallecano Santander. (© Foto: ARCHIVO FAMILIAR DESCENDIENTES PASCUAL GARCÍA MORA / Vallecasweb.com)

Mitin del PCE en el Estadio de Vallecas, celebrado el 27 de mayo de 1977, con Santiago Carrillo y los curas obreros Llanos y Díez-Alegría presidiendo el acto.

Según el diario “El País”, asistieron 60.000 personas a este mitin del PCE.

Caricatura de Pascual realizada por Ignacio Nieto-Sandoval, historiador del Rayo Vallecano y amigo suyo. (© Foto: HISTORIA DEL RAYO VALLECANO, CUADERNILLO CAPÍTULO 10, IGNACIO NIETO-SANDOVAL / Vallecasweb.com)

En 1987 dejó Palomera Bajas y fue realojado, como numerosos vecinos de la zona, en Las Marismas, en el número 23 de esta calle-barrio por desgracia siempre en el olvido. Espoleado por su abandono, luchó con la generosidad de siempre porque las condiciones de vida fueran las más adecuadas posibles. Fue de los vecinos que se personaron con firmas en el Ayuntamiento de Madrid para reclamar que llegara algún autobús a Las Marismas y Fontarrón: consiguieron paradas de las líneas 141 y 143; y fue presidente del Centro de Mayores Ramón Pérez de Ayala.

Pascual García Mora murió de cáncer el 18 de diciembre de 1993. Los rayistas sintieron con dolor su muerte, pero no la dirección del club, entonces ya en poder de la familia Ruiz Mateos. Mientras le quedaron fuerzas, Pascual, como socio compromisario, se había opuesto a la conversión del Rayo Vallecano en sociedad anónima y, además, no existían lazos sentimentales de la poderosa familia gaditana con Vallecas.

De nada valieron artículos como los publicados en “Tu Revista” por Fernando Palma, ya mencionado (“Llanto por Pascual García Mora”), y de Parriz (“Pascual García Mora”, febrero 1994), que se detuvieron en las quejas porque no se hubiese guardado siquiera un minuto de silencio en su honor en el siguiente partido o, si no, llevado un lazo negro los jugadores en su recuerdo. La respuesta de la directiva fue el silencio.

Haber permitido que el Rayo Vallecano, por primera vez en su historia, cayese en manos que nada tenían que ver con Vallecas, tenía su precio, como lo estamos sintiendo ahora con Raúl Martín Presa como presidente. Al entierro, no obstante, acudieron numerosos rayistas, vallecanos —Las Marismas vivió su muerte con consternación— y personas de izquierdas. Miguel, el hijo de Pascual antiguo jugador del Rayo, socio desde niño, muy afectado por el desaire hacia la memoria de su padre, no regresaría jamás al Estadio de Vallecas.

(*) En la imagen que abre esta información, Pascual García Mora —de pie—hablando en la inauguración de la Peña Rayo Vallecano de Santander el 1 de junio de 1972. “Tú Revista”, febrero de 1994. (ARCHIVO FAMILIAR DESCENDIENTES PASCUAL GARCÍA MORA / Vallecasweb.com)

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