18 Octubre 2012
El apagón de Vallecas se originó en Loeches
Ya no hay cortes de luz como los de antes
Antonio Luquero / Vallecasweb
Los vallecanos empezamos a acostumbrarnos a aparecer en los medios de comunicación por culpa de la electricidad. Cuando hace días Vallecas se apagaba a ojos del Mundo entero mientras el Real Madrid visitaba nuestro barrio-ciudad, la idea del sabotaje corrió como la pólvora hasta el último confín del planeta. Pero no hay que ser tan “retorcidos”, a veces Vallecas se queda sin luz porque a alguien se le cruza un cable en Loeches.
Sí, como les cuento. El apagón que dejó estupefactos a los vecinos de Vallecas el pasado martes a mediodía se originó en la subestación eléctrica que Red Eléctrica tiene en el municipio madrileño de Loeches. Durante unos trabajos de reparación, un cable cayó y provocó un cortocircuito que obligó a “apagar” la subestación eléctrica de Vallecas.
La incidencia motivó que 143.000 usuarios de Vallecas y Moratalaz se quedaran sin servicio. De ellos, unos 80.000 recuperaron la normalidad a los 10 minutos del apagón, y el resto lo hicieron diez minutos después. La línea 1 de Metro no sufrió la avería, pese a que 12 de sus estaciones discurren íntegramente bajo suelo vallecano. No corrieron la misma suerte nuestros vecinos de Moratalaz, que vieron suspendido el servicio en la línea 9.
Respecto a los hospitales, tanto el Hospital Infanta Leonor como el Virgen de la Torre, ambos en Villa de Vallecas, no sufrieron ningún tipo de problemas debido a que se activaron de forma automática los equipos electrógenos habilitados para este tipo de emergencias.
Quienes sí sufrieron el apagón, y mucho, fueron los vallecanos que en ese momento se encontraban subiendo y bajando en el ascensor. No tuvieron que esperar mucho, pero seguro que el tiempo se les hizo eterno. Cuando yo era pequeño eso no pasaba, porque en Vallecas apenas había edificios con ascensor. Es más, cuando yo era pequeño, los apagones sí que eran apagones y no como los de ahora, que se les da importancia y no llegan a durar 20 minutos.
Ahora se va la luz y es un lío. En mis tiempos de chavalín, se iba la luz durante 12 horas seguidas y no pasaba nada. Todo el mundo tenía en casa velas, portavelas y unas cerillas o un mechero a mano. Se iba la luz y llamabas por teléfono al vecino, o a los abuelos, a ver si a ellos se les había ido también. Nunca llegué a entenderlo del todo, pero cuando yo era pequeño, cuando se iba la luz, el teléfono seguía funcionando. Y el gas. Sí, se había ido la luz, pero encendías el butano de la estufa y te calentabas e incluso te iluminabas con el gas de la cocina.
Ahora no. Ahora se va la luz y no puedes llamar a nadie porque todo el mundo tiene en casa teléfonos inalámbricos de última generación que dejan de funcionar. Tampoco te puedes duchar porque el gas ciudad, que es un gas, tiene una caldera que sólo funciona con electricidad (¿?). Y menos aún hacerte un huevo frito, porque las cocinas tampoco son de gas, sino vitrocerámicas. Vamos, que se va la luz, y estás perdido.
Antes, cuando se iba el gas, se iba el gas, cuando se iba la luz, se iba “sólo” la luz, y cuando te quedabas sin teléfono ¡pues te quedabas sin teléfono y punto! Ahora, en el siglo XXI, cuando se va la luz te quedas sin gas, sin luz y sin teléfono. Si te pilla de noche no sabes ni donde está la linterna, y si la encuentras descubres que lleva años con las pilas gastadas. Así es que te tienes que iluminar con el móvil, si es que le queda batería.
De todas formas, no hay apagones como los de antes. Además, se les veía venir. Recuerdo aquellos meses de agosto caluroso, en los que todas las tardes se liaba una supertormenta en Vallecas. Se formaban nubes altísimas, gordas, primero blancas y luego muy negras, tras los descampados del Pueblo de Vallecas. Justo allí detrás, donde los ríos Jarama y Manzanares se abrazan para pasear juntos en busca del Tajo.
Aquellas tormentas dejaban el cielo tan oscuro, tan negro, que aún en pleno verano te veías obligado a dar la luz para poder ver algo en casa. Un poco de viento, los primeros truenos y esos rayos insuperables. De repente un latigazo, un golpe metálico y ¡zas!, un rayo había machacado la estación eléctrica de Villa de Vallecas. El apagón de todas las tardes estaba servido. Nada nuevo.
Los del lugar estábamos tan acostumbrados a aquello, que ya con las primeras nubes teníamos a mano en la mesita del comedor la vela, las cerillas y el portavelas. No fallaba. El primer rayo solía ser tan certero, que nos quedábamos sin luz en un visto y no visto.
Lo de ahora, en comparación, es una birria, y hasta aburrido. Antes salíamos a los pasillos para ver si a algún vecino le había pillado el desaguisado subiendo o bajando la escalera, y le iluminábamos hasta que llegaba a su casa. Ahora ya se puede estar desgañitando pidiendo socorro quien se ha quedado atrapado en el ascensor, que nos indignamos porque al susodicho no se le ha ocurrido apretar el botón amarillo que te pone bien clarito “pulsar 3 segundos en caso de emergencia”. Porque para eso está y para eso lo pagamos. Ver para creer.
Por último, una petición. Si tienes alguna historia o anécdota sobre apagones que crees pueda interesar a quienes han tenido a bien leer este comentario, puedes dejarla ahí abajo, en el apartado que pone bien clarito "deje un comentario" (hemos escrito déje con acento, para ponerle más énfasis).
En la foto, una bombilla “ilumina” los edificios de Palomeras Altas, en Puente de Vallecas (Foto: E. PÁRAMO / Vallecasweb)
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Comentarios (5)
Dario Sanz
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