Antonio Luquero / Vallecasweb
La derrota del Rayo en su visita a Chamartín por 2 a 0 no hace sino confirmar dos cosas: que el conjunto de Paco Jémez es capaz de jugarle de tú a tú al fútbol de Mourinho, aunque sin resultado efectivo en el marcador, y que la afición del Rayo tiene una capacidad para movilizarse que muchas otras quisieran para sí. El fútbol del Madrid sufrió un “apagón” y su afición, sorprendida por lo exiguo del resultado, también se quedó a oscuras.

El Rayo no pudo traerse una victoria del Bernabéu, pero Vallecas mide las victorias no sólo por el número de puntos conseguidos. El simple hecho de haber dominado el balón, sobre todo en la primera mitad con un 63 por ciento de posesión, demuestra que el Rayo en esta fase de la Liga es capaz de plantar cara sin por ello arriesgarse a recibir un severo correctivo. Tanto dominio no sirvió, sin embargo, para poner en aprietos a unos locales aparentemente más preocupados por lavar sus trapos sucios, que por apuntalar un partido que se les puso de cara desde el minuto 3.

Los dos goles de Morata y Sergio Ramos, ciertamente tempraneros, no descentraron a un Rayo experto en manejar el balón con soltura, aunque encorsetado a la hora de definir ante el gol. Sólo algún disparo del Chori Domínguez, el verdadero hallazgo de esta temporada se mire como se mire, Trashorras y Lass, lograron poner en aprietos la portería de Diego López.

Con Jémez en la grada por sanción, el Rayo sólo pudo controlar el juego y evitar con ello una goleada algo que, vistos los inicios ligueros, donde las “manitas” se contaban a pares, puede considerarse casi como una victoria.

El “apagón” de fútbol que vivió el Bernabéu da pie para comentar otras acciones que llaman verdaderamente la atención. La expulsión de Sergio Ramos por doble amarilla ha irritado especialmente a los medios afines al conjunto madridista, sobre todo por considerar que no fue merecedor de la primera tarjeta. Si empujar y sacar del campo a Léo Baptistao y a renglón seguido derribar con cajas destempladas a Trashorras no se puede considerar “reincidencia”, entonces la tarjeta es injusta y deberá ser tomada como una clamorosa persecución del estamento arbitral contra el Real Madrid.

También deberá ser considerada, entonces, como “persecución” al Madrid que Pepe estire la pierna para atrás de forma “fortuita” y clave los tacos en los riñones del Chori Domínguez, sin que siquiera sea apercibido por ello. Este “jugador”, por llamarlo de alguna manera, padece en su vida deportiva de una mala suerte tremenda. Los rivales, en cuanto le ven estirar la pierna, se afanan por poner la dentadura, los riñones o la tibia debajo de sus tacos, ¡qué canallas!

En el aspecto positivo, merece mención especial el comportamiento de la afición del Rayo Vallecano. Los precios asequibles -20 euros- y la cercanía del desplazamiento hicieron que más de 2.000 hinchas rayistas poblaran las gradas del Santiago Bernabéu. No solamente dieron color franjirrojo a Chamartín, sino que con sus cánticos lograron provocar otro “apagón” en el ambiente de los aficionados locales. “La Vida Pirata”, cantada a pleno pulmón en una noche lluviosa, no es sino la reivindicación del fútbol humilde, el de verdad, en un estadio donde todo se consigue a base de talonario y en el que la afición local vive en un permanente cabreo.

Que el Rayo, y su afición, volvieran a Vallecas con dos goles de más y tres puntos de menos y que, pese a todo, lo hicieran felices, dice mucho del distinto baremo con que unos y otros miran este espectáculo cada vez más desigual llamado fútbol.

(*) En la imagen que abre esta información, el guardameta rayista Rubén despeja una ocasión de peligro provocada por Khedira.(Foto:HÉCTOR SÁNCHEZ / Rayoherald)

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