10 Septiembre 2020
Llega “Hacia el mar”, la única novela del profesor vallecano Paco Lara
Reconocido impulsor de la enseñanza en Vallecas
José Luis Belinchón | Vallecasweb
El libro “Hacia el mar” es la única novela escrita por Paco Lara, un vallecano nacido en Asturias. El protagonista, Fernando, es un empresario de éxito que, haciendo ejercicio con bicicleta, sufre un grave accidente que estuvo a punto de costarle la vida y le mantuvo en coma durante algún tiempo. Este hombre, ya en edad de jubilación, con buena posición económica, toma la decisión de interrogarse a sí mismo acerca de la existencia, de su existencia y de manera inesperada se marcha del hogar familiar, donde convive con su esposa, una profesora universitaria, perpleja ante la decisión de su marido.
Fernando sale caminando de Madrid dejando una simple carta explicando la marcha a su mujer, sin que mediara conversación alguna. Un amigo, con el que coincide en la primera noche de su viaje, le hace recapacitar y vuelve para despedirse de su mujer y darle razones de su aventura. Su propia mujer, Ana, que no entiende la actitud de Fernando, no obstante, le traslada en su coche a las afueras de Madrid, desde donde reanuda el viaje.
Fernando no tiene más plan que llegar al mar, en dirección hacia el norte, siempre caminando, por sendas y caminos poco transitados, sin más equipaje que una mochila, unas pocas viandas y un palo para apoyarse. El objetivo del viaje es reflexionar sobre su propia vida, sobre la vida de los demás, aprender de su forma de vivir, de las experiencias.
En el largo viaje, con sobresaltos incluidos, como cuando es detenido durmiendo en un chozo bajo la acusación de asesinato, va encontrando muy diferentes tipos de personas de las que nos ofrece una mirada bondadosa y compasiva de otras vidas, de cuyas experiencias siempre va entresacando los aspectos positivos que a Fernando le hacen crecer.
La novela recoge una galería de personajes, con los que va relacionándose en cada etapa, camioneros, pastores, camareros, agricultores, médicos, hasta una geisha, curas, farmacéutico, casados, solteros, cada uno en su propio hábitat, estableciendo con muchos de ellos fuertes y fugaces vínculos emocionales.
El libro es poliédrico y, bajo la coartada de la novela, Paco Lara nos lanza un grito silencioso a la reflexión sobre el modo de ser. También podría catalogarse como un libro de filosofía o de viajes, a la antigua usanza, con descripciones no exentas de toques poéticos, sin recovecos, con una aparente sencillez que irradia un concepto de la vida. Las reflexiones, tanto de Fernando como de muchos de sus personajes, con un lenguaje sencillo, van dejando el poso de una visión del mundo.
Fernando no juzga a nadie, tiene la extraña capacidad de escuchar y, pese a su madurez, sorprenderse y aprender de las experiencias que le van contando. Además, posee el raro don de generar confianza en sus interlocutores, por lo que se convierte en un médium para escrutar el alma de las personas con las que se va encontrando.
Paco Lara, comprometido con la enseñanza en Vallecas
Francisco Lara, más conocido como Paco Lara, nació en San Andrés de Tacones, a escasos kilómetros de Gijón, en el año 1940 y falleció el 24 de Agosto de 2018. Era hijo de una asturiana y un cordobés. Estudió bachillerato en Gijón, en el Instituto Jovellanos; al morir su padre, también vinculado a la enseñanza, tuvo acceso al Colegio de Huérfanos de Maestros, en Madrid, donde terminó bachillerato. Después, en Madrid, estudió Filosofía, Pedagogía, disciplina en la que se doctoró y, además, estudió Magisterio.
Su vida laboral la dedicó por completo a la enseñanza, como maestro vocacional, siendo un activo protagonista de la innovación pedagógica, tanto en el aula como en la relación con la Administración, a la que se enfrentó y con la que después colaboró, defendiendo criterios de modernización, justicia e integración. También fue un miembro activo del movimiento sindical en la enseñanza. Una vez completada su formación volvió a Asturias, a la Universidad Laboral, dando clases un par de años antes de retornar a Madrid.
De nuevo en Madrid, se integró en un Colegio que iniciaba su andadura, en los Barracones de la Colonia de los Falangistas, en Palomeras Bajas, en el deprimido entorno de la Parroquia de El Buen Pastor, de la que era párroco Gabriel Rosón, formando equipo con Luis Fausto, César, Ignacio y Paco Bastida, un grupo entusiasta, comprometido e innovador, cuando apenas existían centros educativos en la periferia de Vallecas, que había crecido en numerosos barrios chabolistas, con casi nulos equipamientos sociales de todo tipo.
Aquellos jóvenes y entusiastas maestros, junto a otros y otras , que también pretendían retomar el carro de la historia y darle a la educación el papel medular exigido por una sociedad democrática, fueron un apoyo fundamental para experiencias escolares posteriores (Trabenco, C.C. Palomeras, etc.), y los barracones, después de la remodelación de parte de Vallecas, acabaron siendo el Colegio Público Palomeras Bajas, donde Paco Lara pasó toda su vida docente, a excepción de los dos años primeros de la Universidad Laboral y cuatro en los que colaboró con el Ministerio de Educación.
La idea de todos aquellos maestros no era sólo dar clases a niños y niñas en horario escolar, sino innovar la docencia en aquellas complejas condiciones y vivir con la gente, promoviendo actividades fuera del tiempo reglado, para adultos o para quien hiciera falta, participando en la búsqueda de soluciones a los problemas del barrio.
Paco Lara fue uno de los representantes de la Coordinadora Estatal de Maestros, en los comienzos de la democracia, un movimiento que consiguió una notable mejora en el reconocimiento de la profesión y un incremento importante de la paupérrima remuneración a la que la dictadura tenía sometidos a los maestros.
Durante el tiempo que trabajó en el Ministerio promovió la Educación Compensatoria, introduciendo en los rígidos esquemas oficiales, otras realidades existentes, lo que dio carta de naturaleza para que el sistema educativo atendiera a preescolares, por ejemplo, de distintas aldeas, acogiéndolos en centros regionales, se reguló la enseñanza para niños en hospitales y para otros escolares que en determinadas épocas del año no podían asistir, a los hijos de los trabajadores de los circos, etc.
La Educación Compensatoria no era un concepto nuevo para Paco; desde hacía tiempo, en Palomeras, con otras gentes igualmente entusiastas, venían organizando actividades que intentaban buscar salidas a los jóvenes que terminaban —formalmente o no— la EGB a los 14 años, edad hasta la que era obligatoria y no podían seguir estudiando, por múltiples motivos, pero tampoco podían trabajar hasta los dieciséis, quedando muchos chicos y chicas en tierra de nadie, expuestos a la crueldad de la calle.
Paco, que se había jubilado en 2004, siguió dando clases hasta unos meses antes de su fallecimiento, el 24 de agosto de 2018, en la Escuela para la Inclusión Social, situada en la Parroquia de San Carlos Borromeo —bien conocida por todos, al ser paño de lágrimas de tanta gente promovida por la Coordinadora de Barrios—, entre cuyos profesores se hallaban Enrique de Castro y Javier Baeza. También se unió a la que hace muchos años puso en marcha Enrique Martínez Reguera y otros, en este mismo Centro, bajo el nombre de Escuela de Educadores.
Estuvo vinculado a los Movimientos de Renovación Pedagógica y especialmente al Movimiento Cooperativo de la Escuela Popular (MCEP). Impulsor de la Pedagogía Freinet, fue coautor del libro Autogestión en la escuela —de su experiencia en Palomeras— junto a Paco Bastida y autor de La Escuela como compromiso. También fue autor de otros títulos como “Compensar educando”, “Los niños y las niñas también están indignados” y participó con otros autores en “El libro blanco de la cultura”.
En su preocupación por los niños, después de jubilarse, siendo miembro del Patronato Save the Children, fue elegido Presidente de la Plataforma de Organizaciones de Infancia, tarea que desempeño durante cuatro años.
Paco era un hombre tranquilamente pasional: tuvo pasión por el conocimiento en todas las etapas de su vida; también por buscar soluciones a los problemas sociales, principalmente de la enseñanza. Tuvo pasión por su familia, que nos presenta en la contracubierta de su último libro, “Hacia el mar”, resumen autobiográfico que relata sus propias orfandades; pasión por un amor correspondido, el de Regina, su mujer y madre de dos hijas; por Vallecas, a cuyos barrizales llegó por casualidad y se quedó toda la vida; por Asturias, sus olores, su mar, las pomaradas, el verde y también por la bicicleta que le hacía sentirse libre y, como a Fernando, el protagonista principal de su libro, le ocasionó un accidente que lo mantuvo en coma varios días. Pero sobre todo Paco era un hombre afable, risueño, que sabía escuchar.
Paco Lara, por derecho propio, es uno de los muchos personajes con página propia en la moderna historia de Vallecas. Ya tiene Juan Jiménez Mancha, autor del extraordinario libro “Asturianos en Madrid”, otro asturiano más, en este caso ilustre, para incluir en su excelente y poco difundido trabajo.
Portada de “Hacia el mar”, del profesor vallecano Paco Lara. (© Foto: VALLECASWEB.COM)
MÁS INFORMACIÓN
► Título: Hacia el mar
► Autor: Francisco Lara
► Editorial: Cooperación Editorial S. L.
► ISBN: 978-84-7884-729-7.
► Precio: 10 euros.
► Dónde comprarlo: Librería Muga (Avenida de Pablo Neruda, 89) y Librería La Lumbre (Calle Granada, 48).
(*) En la imagen que abre esta información, Paco Lara junto a la portada de su novela “Hacia el mar”. (© Foto: VALLECASWEB.COM)
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Comentarios (3)
Juan Jiménez Mancha
Juan sin. Credo
He tenido la suerte de trabajar con su hija y sigue en esa misma línea de buscar respuestas educativas para los más desfavorecidas.
Adriana Sarries
A su familia quiero expresarles la admiración que él me inspiraba y les envio un abrazo cariñoso.
Adriana Sarries