Maite Gómez | Cartas al Director
Vivimos en la era de la basura. Todo lo que tocamos, todo lo que hacemos, termina convertido, más tarde o más temprano, en basura. Incluso nuestros políticos, que han vivido durante muchos años idealizados por sus votantes se han convertido, en su mayoría, en lo mismo: pura basura. En este sentido, hay un caso reciente que como vecina me ha indignado muchísimo, el de la alcaldesa “no-electa” Ana Botella.

Como les decía, vivimos en un tiempo en el que todo se convierte en basura. Basura es la “comida-basura”, que nos tragamos sin rechistar pese a que su nombre lo dice todo. También son basura los “contratos-basura”, ese papel asqueroso en el que los trabajadores firman para poder trabajar a la vez que pierden una gran parte de sus derechos.

Basura es todo lo que hemos pisado y olido estos días por las calles de Vallecas y Madrid, basura que los trabajadores de limpiezas no han querido recoger como protesta para que no se les tratara como eso, basura. Pocas veces vi tanta dignidad en un colectivo profesional, y pocas veces vi tanto apoyo entre los vecinos por una “revuelta” que muchos consideramos justa.

Pero lo que olía mal estos días no era la basura que todos tiramos, o la que los barrenderos y jardineros no han querido recoger. Lo que peor olía era la inoperancia de los máximos responsables del Ayuntamiento, los electos y los no electos, pero todos muy bien pagados.

He sentido vergüenza ajena viéndome “representada” por la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, cuyo ego personal sólo parece superado por su ineptitud incluso cuando lee los textos que le dan escritos en un papel. Si la capacidad de gobernar de esta mujer se mide por las decisiones que “toma no-toma” un día sí, y otro también, vamos apañados.

Desperdicios en una calle de Puente de Vallecas durante la pasada huelga de basuras. (© Foto: P. MARTÍN / Vallecasweb.com)

Esta señora ha puesto el grito en el cielo porque los turistas, por “culpa” de los barrenderos, se han llevado una mala imagen de Madrid por la suciedad que presentaban las calles del centro de la ciudad. Y lo dice así y se queda tan pancha, como si los vecinos de los barrios no pagáramos impuestos o, directamente, no existiéramos. Como si yo, durante todos estos días, no hubiera estado sorteando mierda —y perdóneseme la expresión— por la calles de San Diego o por mi barrio, Entrevías.

Mientras los trabajadores en huelga perderán cada uno alrededor de 600 euros de su salario de este mes, y las empresas que prestan el servicio pueden ver rebajados los emolumentos que perciben durante los días de huelga, nadie me ha dicho aún qué pasará con lo que yo pago como tasa-impuesto de basuras para que mi calle, mis cubos y mis aceras estén limpias los 365 días del año.

Espero que la alcaldesa “no-electa”, cuando tenga un rato libre, eche cuentas y nos rebaje, a los vecinos, la parte proporcional correspondiente a los servicios no prestados en el próximo recibo de basuras. Porque de no hacerlo, se convertirá en cómplice del cobro de un servicio que realmente no se ha prestado.

De todas maneras, y volviendo al hilo de lo que les comentaba al principio, si la mala comida puede ser considerada como “comida-basura” y los pésimos contratos son “contratos-basura”, a lo mejor una alcaldesa que no cumple las expectativas que de ella se esperan y no da la talla como gobernante, pueda ser considerada como “alcaldesa-basura”.

Maite Gómez
Entrevías (Puente de Vallecas)

(*) En la imagen que ilustra esta carta de nuestra lectora, pintada contra Ana Botella en el Parque Lineal de Palomeras. (© Foto: H. RECIO / Vallecasweb.com)

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