27 Febrero 2015

“Adivina quién te viene a cachear esta noche”

Publicado en Deportes, Opinión

La "verdadera" odisea en el acceso a los estadios de fútbol

Antonio Luquero | Vallecasweb
Hoy es día grande en Vallecas, juega el Rayo. El autobús del equipo entra por la calle del Payaso Fofó y aparca frente a las puertas de acceso a vestuarios. Numerosos aficionados animan a sus jugadores que se dirigen al interior del Estadio. Un vigilante de seguridad se acerca al conductor del autocar, y le dice: ¡”A ver, la documentación del vehículo, los papeles de la ITV y el permiso de conducir. ¿Ha bebido usted alcohol en las últimas tres horas?”.

El conductor del autocar, que luce unas llamativas letras “Rayo Vallecano de Madrid” y un escudo enorme del Club de Vallecas en la parte trasera, saca los papeles, enseña su permiso de conducción y la autorización para prestar el servicio. El vigilante insiste: “Le vamos a hacer la prueba de alcoholemia, véngase aquí que tiene que soplar”.

Mientras esto sucede, el entrenador Paco Jémez desciende del autobús y antes de cruzar la puerta de acceso, es bloqueado por un policía.
—“¿Usted quién es?”.
— “¿Pues quién voy a ser? Soy el entrenador del Rayo y jugamos en menos de una hora. ¿Me deja usted pasar, por favor, que llevo prisa?”.

El policía se encara:
— “¡Que lleva prisa, dice… Pues vas a dejar de tener prisa! ¡A ver, los papeles y el título de entrenador!”.

Jémez muestra el título de entrenador mientras es obligado a levantar los brazos para ser cacheado.
— “¿Qué es esto que llevas en el bolsillo del pantalón?”
— “Las llaves de mi casa”, contesta Jémez visiblemente molesto por el trato recibido.
— “Sáquelas y deposítelas ahí”.

El policía cachea con esmero la pernera de Jémez, buscando vete tú a saber qué objeto prohibido.
— “¿Y esta llave más larga, de dónde es?”, espeta mientras le palpa la entrepierna.
— “Eso no es una llave, señor mío. Esos son los huevos que le pongo yo a cada partido”, responde Jémez cada vez más cabreado.
— “¿Este no fue el que dijo que Zidane no tenía el título de entrenador?”, murmuraba mientras tanto un vigilante que finalmente dejó paso al entrenador del Rayo, no sin antes decirle: “¿Le importaría quitarse el gorrito de lana?, es por seguridad”.

Mientras esto sucedía, los jugadores, uno a uno, iban pasando por la puerta de vestuarios.
— “¿Quién es usted?”.
— “Soy Javier Aquino, jugador del Rayo Vallecano. Soy delantero”.
— “¿Delantero? ¡Pues no veo que lleves muchos goles! ¿A ver?” Momentos de duda… “Sí, puede pasar. Póngase ahí que le vamos a revisar la bolsa, saque lo que lleve en los bolsillos y dese la vuelta que le vamos a registrar”.

Van entrando los jugadores, pero de repente frenan a uno que intenta acceder. Es Miku, el último fichaje del conjunto de Vallecas.
— “No puede pasar, no está en las fichas”.
— “¿Cómo no va a poder pasar, si es uno de nuestros jugadores?”, intenta argumentar Miguel Ortiz, delegado del equipo, sin mucho éxito.
— “No puede pasar. No está en los cromos de Panini, y aquí nos regimos por los cromos de Panini. El que no está en los cromos de Panini, no pasa. Son las reglas: sin Panini, no hay pasini”.

Justo en un lateral, en la puerta cero, los problemas se repiten. Las nuevas medidas de seguridad implantadas en nuestro fútbol, no paran de generar problemas.
— “Que le digo que soy el presidente del Rayo Vallecano, que soy Raúl Martín Presa, que me están esperando”.
— “Y yo le digo que no puede pasar”.

— “Es que soy el dueño del Club”.
— “Ya, y yo también. ¿Tiene abono o entrada?”.
— “No, ya le digo que soy el presidente del Rayo y no necesito entrada porque el Club es mío”.
— “Eso sería antes, con las nuevas normas eso del ‘yo soy’ no vale para nada. A ver… ¿tiene un poder notarial con la titularidad de las acciones? Si no lo tiene, por aquí no pasa”.
— “¿Pero qué dice usted?”.

Un policía irrumpe en la conversación y coge a Martín Presa del brazo, con unos modos dudosamentre amables.
— “Ya está bien. Apártese y váyase de aquí, ya le ha dicho el compañero que no puede pasar. Está interrumpiendo el acceso de otros espectadores, así es que aligerando”.
— “Ya le digo que no me voy de aquí. ¡Llama a Yáñez!”.

— “¿Qué no se mueve? Deme la documentación. Oye, tú, tómale los datos a este tío, que se le va a caer el pelo. De tres a seis meses sin pisar un estadio te van a caer, ¡y quítate de ahí, aparta ya, coño! Por cierto ¿eso que llevas ahí qué es?”.
— “Un foulard, una bufanda, vamos”.
— “¡Enséñamelo!”.

Martín Presa se quita la bufanda, que el policía mira con detenimiento.
— “¡Oye, llama a la emisora. Aquí pone Loewe. Pregunta si una bufanda que pone Loewe se puede pasar o es de las prohibidas!”.
— “¿Lleva calaveras?”,
contestan desde la emisora.
— “No, calaveras no, pero es fea de cojones”.
— “OK, si no lleva calaveras la bufanda puede pasar, pero el tío no. Dale aire y que deje paso”.

Dentro del estadio, al doctor Beceiro no da crédito a lo que le sucede en cada partido:
— “Así es que llevas tijeras, jeringuillas, agujas con hilo de coser y una navajita en esta maletita ¿eh? ¡No te falta de nada!”.
— “De eso se trata, de que no me falte de nada. Soy el médico del Rayo”.
— “Muy bien ¿y quién te ha autorizado a meter todo este material dentro de un campo de fútbol? ¿No te han dicho que no se pueden meter este tipo de cosas? A ver, ponte ahí y levanta los bracitos que vamos a ver qué más cosas guardas por ahí”.

Mientras cachean al doctor Beceiro, un vigilante de seguridad le toma los datos:
— “Te vamos a tomar nota del DNI y lo vamos a remitir a la Comisión Antiviolencia. No he visto intentar colar tanto material peligroso en los años que llevo controlando acceso a los estadios”.

Justamente frente a la puerta del Estadio, Isi, el utillero, está fuera de sí. Dos vigilantes le prohíben meter las cajas con las camisetas y el material de los jugadores. Uno de ellos, el que parece más listo, da con la clave:
— “¿Es que no sabes que no se puede meter material para tifos?”
— “¿Pero qué coño de material para tifos? Que no es material para tifos, joder. Que son las camisetas y las botas de los jugadores”.

— “Muy bien, tú ganas, machote. Pon las cajitas ahí al lado, las abres despacito para que te veamos, y extiendes una a una todas las camisetas, que leamos lo que pone en cada una de ellas, el escudito que llevan y todo eso; los pantalones los enseñas por delante y por detrás. Y las botas me las das también de una en una, para que revisemos los tacos y ver que no escondes dentro de ellas botellas de agua con el tapón sin quitar”.

— “¡La madre que me parió. Que el partido empieza en una hora y todo esto tiene que estar dentro!”.
— “Ese no es mi problema, si el partido empieza y tú sigues fuera, será tu problema, no el mío. La gente que se queda fuera con el partido empezado es su pro-ble-ma”.

Al locutor del Rayo Vallecano, Rafael García-Navas, se le ha presentado por sorpresa el “informador” de la Liga. Quiere saber qué va a decir por la megafonía, y si tiene autorización para disponer de un micrófono.
— “Los papeles del micrófono”.
— “¿Perdón?”.

— “Que si tiene los papeles del micrófono, que quiero verlos”.
— “Pero esto no lo han pedido a mi nunca. No existen los papeles del micrófono”.

— “Eso era antes, señor, con las nuevas medidas contra la violencia en los estadios, tiene que saber que necesita una autorización firmada para poder hablar por un micrófono. Si no hay papeles, le cierro la cabina y, si me pongo, hasta le cierro un sector de una grada”.

— “Pues es la primera noticia que tengo. Esta es la megafonía oficial del Estadio”.
— “Pues muy bien, porque la segunda noticia que tendrá será una sanción derivada del informe que voy a hacer. Ya sé que algunas veces ha gritado usted: ‘¡Vamos Bukaneros, animar a nuestros jugadores!’ ¿Es eso cierto?”.
— “Pues no recuerdo, puede ser…”.

Y mientras todas estas medidas las sufren en carne propia en cada partido entrenadores, jugadores y directivos, los aficionados al fútbol, los rayistas de verdad, acceden al Estadio sin contratiempo por las puertas 1, 5, 7, 9, 15, 4, 6, 8… Con sus bombos, bufandas y megáfonos. Nadie les molesta, ni les cachea indiscriminadamente, nadie les vigila como delincuentes. Porque los que de verdad lo fueron, ya no están en nuestro estadio. Hace tiempo que acabaron expulsados por las autoridades y la propia afición.

Ondean en Vallecas bufandas, cuelgan pancartas reivindicativas que dan fe de que en Vallecas hay vida, además de fútbol. Y un par de micrófonos y bombos nos recuerdan que el fútbol, sin ellos, no es nada. El resto, lo que sucede, lo que veis en cada partido con vuestros propios ojos, queda a criterio de quienes esto habéis leído. Porque lo que aquí se cuenta es ficción, veremos si la realidad es capaz de superarla.

(*) En la imagen que abre esta información, Paco Jémez durante una rueda de Prensa en Vallecas. (© Foto: L. HERRERA / Vallecasweb.com)

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Comentarios (2)

  • Raúl Vallekas

    Raúl Vallekas

    28 Febrero 2015 a las 11:59 |
    Mi Rayismo en inquebrantable, duro como el mejor acero, eterno... pero cada vez que entro al estadio me hacen fisuras en él con tanta persecución. ¿Pero no se dan cuenta de que hacen el ridículo?, ¿no ven que los ultras asesinos y violentos, los que persiguen y apalean a hinchas del otro equipo y de vez en cuando le matan, están a orillas del Manzanares y en La Castellana? Y todo por política.
    Cada día aborrezco mas el fútbol y soy más del Rayo y del Rayismo, de los míos, de mi gente. Y ésta tarde, otra vuelta de tuerca más a base de una humillación más. Como siempre, me quito el sombrero ante Luquero. Vallecanistas y Rayistas así nos hacen mucha falta.
  • Juan Jiménez

    Juan Jiménez

    01 Marzo 2015 a las 09:35 |
    Palabras ejemplares de ironía y de amor al Rayo, chapó, Luquero, de nuevo gracias. Precioso artículo.
    Los que soportamos el famoso embudo de la puerta 1 alucinamos cada jornada. Han acabado hasta con nuestro humor: ya no se canta lo de "Abrir la puerta 3", que de paso servía para ir creando ambiente (para tomarte con humor que te ibas a perder el arranque, o más, del partido). Ya no sólo parecemos borregos, como antes, ahora parecemos borregos prisioneros. A mi me indigna especialmente cuando me dicen eso de "dese la vuelta" para cachearme de manera enérgica también por detrás, ¡y me preocupa lo que puedan estar aprendiendo de la vida nuestros niños! Si una décima parte de lo que ocurre en nuestros tornos sucediese en el Bernabeu o en el Manzanares, al día siguiente el asunto era portada en todos los diarios deportivos. ¡Lo que tuvieron que soportar ayer los asistentes al Bernabeu! Es evidente el trato discriminatorio y vejatorio.
    Y los bukaneros permanentemente perseguidos, buscando y buscando entre ellos sin éxito alguno (porque donde no hay, no hay) cualquier detalle que sirva para criminalizarles. Ayer, que se presumía tarde de homenaje a la afición, tarde de encuentro, los bukaneros fueron invadidos en su sede antes de iniciarse el encuentro claramente sólo para fastidiarles.
    Esto no puede seguir así. Nos están humillando de manera injusta día sí y día también. Siguen y siguen y no paran de encontrarse, pese al trato injusto y discriminatorio, con una afición que de estar pecando de algo, sólo sería de dócil, obediente, paciente...y, sería preocupante, ¿sumisa? Club y afición deberíamos exigir justicia e igualdad. No están fastidiando pero bien, a nosotros y a la historia de este club.

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