Antonio Luquero | Vallecasweb
Si el fútbol fuera tan exacto como las matemáticas, el Rayo Vallecano estaría ahora mismo en puestos de ascenso directo a Primera División. Hace poco menos de un mes, y con la progresión que llevaba el conjunto de Míchel, cualquiera podría predecir que los dos primeros partidos del año 2018 disputados en Vallecas, frente a Nàstic y Oviedo, se convertirían en 6 puntos, los necesarios para colocarse en lo más alto de la tabla. Sin embargo, de lo previsto a lo acontecido… nada de nada.

El Rayo Vallecano le ha dado una patada a la clasificación en los dos últimos partidos, disputados consecutivamente en Vallecas por arte y gracia del calendario. Pese a haber encadenado en la primera fase de la liga dos tandas de 6 encuentros en los que no conoció la derrota, los excesivos empates (5 fuera y 3 en casa) han supuesto una sangría de puntos que impide a los de Míchel tocar pelo en lo más alto de la clasificación general. Si a ello le sumamos el crónico déficit en defensa, con 25 goles encajados, deduciremos que el actual Rayo está enganchado con pinzas a los puestos de play off y que difícilmente podrá alcanzar los dos lugares que dan acceso directo a la Primera División.

Si cada vez que empieza un nuevo año pedimos a los Reyes Magos tener buenos principios, al Rayo Vallecano no se los han concedido. No sólo el equipo se ha frenado en el juego y en su lucha por el ascenso, también hay futbolistas que han bajado alarmantemente su rendimiento. Baiano (que empezó como una moto), Comesaña (otra moto, incluso turbo), Fran Beltrán o Alberto, entre otros, parecen haberse quedado sin gasolina, mientras que futbolistas como Javi Guerra, Akieme, Joni Montiel, Amaya o Galán no cuentan con la confianza del entrenador. Si a ello les sumamos Cerro y Manucho, con escasas posibilidades de entrar en el once, o casos perdidos como Lass Bangoura, Rat y Roberto Trashorras, ¿quién nos queda? Con semejante panorama, confiar el ascenso a un reducido núcleo duro formado por Trejo, Raúl De Tomás, Chori Domínguez, Embarba, Dorado, Álex Moreno y Unai López, es encomendar nuestro destino a un milagro de San Ramón Nonato.

El porcentaje de efectividad del Rayo Vallecano en las jugadas a balón parado es nefasto, exceptuando los lanzamientos de penalti como este de Trejo frente al Real Oviedo que terminó en gol. (© Foto: L. HERRERA / Vallecasweb.com)

La aportación de Manucho como revulsivo al juego ofensivo del Rayo Vallecano está siendo muy escasa, y sus caídas sobre el césped de Vallecas siguen resultando muy aparatosas. (© Foto: L. HERRERA / Vallecasweb.com)

Entre los casos más llamativos de extrema confianza por parte del Club se encuentra el de Lass Bangoura, el “eterno becario”, que disfruta de un retiro dorado en el Rayo Vallecano desde edad muy temprana. Siete años entre nosotros —que se dice pronto— y aún estamos esperando a que “explote”, con el beneplácito de equipo técnico y el propio Club. Si fuera cierto que el guineano va a ser traspasado a un equipo de Australia —en el Rayo me aseguran que nadie se ha puesto en contacto con ellos desde tierras tan lejanas, qué lástima— sería una de las noticias más fantásticas del año. A ver si allí, entre canguros, consigue de una vez centrar al área sin pegar balonazos a los espectadores. Además, aprendería a conducir por la izquierda, con lo que mejoraría sus habilidades al volante.

Hace un año, por estas fechas, se trasplantaba completamente el césped de Vallecas. Como recordarán la obra tuvo su aquel, con el sonado cambio de dimensiones del terreno de juego que a punto estuvo de suponer la suspensión del partido que el Rayo tenía que disputar frente al Sevilla Atlético. Nuestro entrenador era el defenestrado Rubén Baraja, ¡cuánto ha llovido desde entonces! El recordatorio viene a colación porque un año después y no habiendo llovido tanto como imaginamos, el césped de Vallecas se ha convertido en un auténtico patatal. El propio Míchel reconoció que el estado del terreno de juego afectó al desarrollo del partido frente al Oviedo. Sin embargo, que nadie culpe a las últimas lluvias del barrizal que se nos avecina, porque la hierba está así desde el pasado mes de octubre, cuando nos encontrábamos en plena sequía.

El césped de Vallecas se encuentra en un estado lamentable. Incluso la banda donde calientan los suplentes de ambos equipos, cubierta en parte por hierba artificial, está impracticable. (© Foto: L. HERRERA / Vallecasweb.com)

Me aseguran que la empresa que instaló el césped garantizó su buen estado durante al menos los tres primeros años, pero parece que ha patinado en las predicciones. Con un terreno de juego en semejantes condiciones olvidémonos de ver buen fútbol en Vallecas. Habrá quien eche la culpa a la lluvia, a las heladas, o al cielo nublado que impide que bajo nuestros pies crezca la hierba. Pero que las excusas no nos impidan ver el bosque, donde se encuentra el verdadero problema: las malas hierbas. Algunas crecen en la grada y han echado raíces ahí para al menos el próximo año y medio, justo el que les queda de contrato. Ocupando sitio en la plantilla e impidiendo que otros más cualificados vengan en su lugar. Mientras no cuidemos bien el césped y no nos deshagamos de las malas hierbas, el horizonte del ascenso estará supeditado más a la suerte que al buen trabajo del equipo.

(*) En la imagen que abre esta información, Chori Domínguez celebra el primer gol conseguido frente al Real Oviedo. (© Foto: L. HERRERA / Vallecasweb.com)

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