Antonio Luquero | Vallecasweb
No me negarán que, cada temporada, el primer partido de fútbol en Vallecas no tiene un aire retro que nos recuerda a aquellos primeros días de septiembre en los que, siendo niños, volvíamos de nuevo al colegio tras las vacaciones de verano. Las mismas caras, algunas más morenas que la última vez que las vimos, otras nuevas, y esos pantaloncitos cortos con camisetas del Rayo de temporadas anteriores, cuyo “análisis” es uno de los mejores entretenimientos que un aficionado del Rayo pueda tener en las previas a cada partido.

Imaginé este sábado a la “Supernani” poniendo el grito en el cielo al ver a decenas, cientos de niños, sentados en las gradas de Vallecas y alrededores hasta la una de la madrugada para ver un partido de fútbol. Recordé que el fútbol moderno no entiende de niños que se tienen que acostar a las 9 de la noche, o a las 10, o las 11, incluso a las 12. Pensé que era verano, y que no es para tanto, pero que esto mismo sucederá en invierno y que los niños, señoras y señores, tendrán que joderse y quedarse en casa. Ya estará el aficionado al fútbol que desde su sofá en las Chimbambas Orientales, se comerá un mango mientras disfruta en su televisor de un partido disputado a 10.000 kilómetros de su hogar y suplirá ese asiento vacío que la mugre devora en el Estadio del Rayo Vallecano.

Volver a Vallecas cada temporada es como si empezara el año. Yo, al menos, lo tomo así. Saludo a compañeros, al personal del Rayo e incluso a algún conocido, con el tal vez poco innovador ¡Feliz Año Nuevo! Porque para mí lo es, y más en Vallecas donde miras al césped y es fácil ver a 12 ó 14 futbolistas nuevos que llegan con la mochila vacía y algunos de ellos ni siquiera la estrenarán.

Me contaba un aficionado a escasos veinte minutos del inicio del encuentro que no le habían dejado pasar por la puerta 1 porque llevaba una camiseta negra en la que se podía leer la palabra “ultra”. Según la Real Academia Española de la Lengua, “ultra” es aquel que es de extrema derecha, entre otros muchos “defectos”. También lo es quien es muy ligero de peso (ultraligero), muy sensible (ultrasensible), el no va más (non plus ultra), y también son “ultras” los garbanzos de importación que llegan de allende los mares (ultramarinos).

El asunto es que ni “dando la vuelta a la camiseta”, ni con el “ultra” pegando al ombligo, le dejaron pasar. La solución que le dieron fue que se marchara a su casa y se la cambiara por otra que fuera menos “ultra”, como por ejemplo una de “Recuerdo de Benidorm” o “Mi Abuela también es del Rayo y no se rinde”. Esta última es una idea que dejo ahí por si alguien la quiere explotar…

En la puerta 1 ahora los tornos impuestos por la Liga de Fútbol Profesional están escondidos tras una chapa metálica y son 7, como las Siete Plagas de Egipto o los Siete Jinetes del Apocalipsis. Entre el tumulto de aficionados que quieren pasar, destaca una voz que repite cada 20 segundos la siguiente frase: “¡Las chicas al fondo!”. Ahí, a pie de torno, un grupo de “expertos” en Filología Hispánica leen los textos impresos en bufandas, camisetas y gorros, y tras deliberación del Consejo de Ministros, deciden si pasas o si te vuelves por donde has venido. Y si los que leen y deciden si pasas o no son lentos y el partido empieza contigo fuera, pues eso, te jodes.

“¡Las chicas al fondo, las chicas al fondo!”. Pues aquí las tenemos, "ultra-peligrosas", en el fondo de Vallecas tras el pertinente cacheo. El fútbol, como siempre, “cuidando” al cliente… (© Foto: L. HERRERA / Vallecasweb)

Bebé y Trashorras intentando entenderse. Falta mucho para que la conexión funcione como sucediera con Bueno y Kakuta, pero tiempo al tiempo… (© Foto: L. HERRERA / Vallecasweb.com)

No, no es que la “cuenta naranja” patrocine el fondo de Vallecas esta temporada. Los símbolos, antes negros, ahora son de este color siguiendo la estela de las protestas al estilo “guantánamo”. (© Foto: L. HERRERA / Vallecasweb.com)

Bocatas a las 11:20 de la noche, según marcan los relojes de estos dos aficionados del Rayo. Los vallecanos tenemos la manía de cenar cada vez más tarde... (© Foto: L. HERRERA / Vallecasweb.com)

Para ser verano, nueve mil seiscientos seis espectadores en un Rayo – Valencia no está nada mal. Y sobre todo, con tanto niño trasnochador. Para ser verano y para tener la ilusión de hacerle un siete al Valencia de Álvaro Negredo, un futbolista nacido en Vallecas, criado en el Rayo, y que levanta filias y fobias cada vez que vuelve a su punto de origen. Será por el poco entusiasmo que muestra cada vez que le preguntan por su pasado rayista y responde tan lacónicamente (no olvidemos que, para muchos medios, es un canterano "del Madrid").

El propio Negredo estuvo a punto de hacerle un siete al Rayo de Paco Jémez en un par de ocasiones en el primer choque de la temporada, pero el de Vallecas se topó con la mano, el hombro, el pie y, por qué no decirlo, hasta los huevos que le puso Toño. El portero alicantino se convirtió en el héroe de la noche repeliendo todos los balones que llegaron cerca de su portería, que fueron muchos y difíciles de parar, como un disparo de Santi Mina en la primera mitad que todos vimos imparable, excepto Toño.

Pero, como bien sabrán, el Rayo también tuvo su momento y la ocasión de sentenciar en la segunda mitad con un centro de Ebert que Manucho no acertó a empujar con la portería defendida por Ryan prácticamente vacía.

En definitiva, un encuentro de sensaciones en el que se notaron, y mucho, las ausencias de Bueno y Kakuta, pero con un Rayo voluntarioso fiel al estilo Jémez: balones jugados al pie, intensidad en la presión y ganas de comerse al rival. Que todo ello funcione y dé sus frutos es sólo cuestión de paciencia y tiempo. Y de eso, en Vallecas, sabemos un rato largo...

(*) En la imagen que abre esta información, Manucho no logró el gol en la mejor ocasión del Rayo frente al Valencia. Al fondo, los aficionados se echan las manos a la cabeza. (© Foto: L. HERRERA / Vallecasweb.com)

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