Antonio Luquero | Vallecasweb
El diccionario de la Real Academia Española no reconoce entre sus términos la palabra 'hostión'. Sin embargo, no creo que haya un solo aficionado del Rayo Vallecano que, tras la derrota en Anoeta, desconozca su verdadero significado.

Los insignes académicos, por el contrario, sí encuentran acomodo en el libro de las palabras al término 'hostia', como sinónimo de 'bofetada, golpe o trastazo'. Algo así, pero en el corazón, es lo que han sentido los seguidores del equipo de la franja roja tras ver cómo el equipo caía derrotado en Donosti. Tras el batacazo, los Rayistas han pasado en poco más de tres semanas de estar "salvados al 90 por ciento", a estar al 90 por ciento descendidos, y esto no hay corazón que lo aguante, por mucha franja y mucha gaita que lo atraviese.

El traspié, más allá de los tres puntos, deja al Rayo Vallecano al borde de la Segunda División, algo que para cualquier Rayista no debería ser ni novedoso, ni un drama. Jugar en Segunda es algo que el Rayo ha hecho en incontables ocasiones y tiene la ventaja de que el equipo, por lo general, gana más partidos de los que pierde, dando por tanto más alegrías a sus aficionados que tristezas, sin necesidad de dramatismos.

Para algunos, estar en Segunda tiene algunas desventajas, que yo no veo como tales. Por ejemplo, no siento un disgusto especial por no poder ver en Vallecas al Real Madrid o al Atlético de Madrid, tampoco al FC Barcelona, porque lo hacen en condiciones de tal desigualdad que estos encuentros hace tiempo que dejaron de tener cualquier tipo de interés futbolístico, con sus marcadores más parecidos a un partido de tenis.

Sin embargo, hay un aspecto de bajar a Segunda División que sí me preocupa, como es la oportunidad perdida de poder dar el salto económico que una temporada más en Primera División nos garantizaba, al asegurar al Rayo 31'5 millones de euros por parte de la Liga de Fútbol Profesional. Con este dinero, el Rayo podría dejar de ser un equipo pequeño y convertirse en un equipo mediano —que no mediocre— afrontando, por ejemplo, un proyecto de compra del Estadio de Vallecas para proyectar su urgente mejora y modernización.

Con un año más en Primera, el Club podría por fin fichar algunos jugadores a la carta en vez de esperar a recibir ofertas y cesiones de futbolistas en estado de derribo, lesionados o con 'proyección de futuro', que es como decir te doy pan para hoy —generalmente duro— y cuando te lo vas a comer te lo quito de la boca.

Seguir en Primera un año más aportaría al Club una inyección económica tan importante, que se podría mejorar la infraestructura de la entidad haciéndola crecer, ofreciendo más prestaciones y mejores servicios al abonado y al aficionado en general. La 'fatalidad' —llamémosla con este eufemismo— nos señala que ahora que iba a llegar dinero de verdad, nos quedaremos sin él. Recibir este dinero por continuar en Primera no garantizaría, obviamente, que los perceptores de la ayuda hicieran un uso inteligente de la misma, pero nos quedará el beneficio de la duda porque este caso. con toda probabilidad, ya no se dará.

Ahora aquellos que se echaban las manos a la cabeza por los 1'2 millones ¿invertidos? en el Rayo Oklahoma City se arman de razones al preguntarse si no se podría haber empleado ese dinero en traer un buen central. O en el tiempo perdido en 5 años que no han conseguido llenar más que en contadas ocasiones el Estadio de Vallecas, un campo con menos aforo que algunas canchas de baloncesto.

Contra el fatal pronóstico que nos espera, un último cartucho, en forma de milagro, se disparará el domingo a las 17:00 horas frente al Levante UD. Los más irreductibles aún sueñan con un 'tamudazo' que nos deje en Primera División, pese a que todos los números y combinaciones nos señalan el camino de un nuevo viaje a Segunda.

También escucharemos, estos días, un agónico llamamiento a la afición, el 'sí se puede' y el 'mientras hay vida hay esperanza'. No hará falta, la afición ya sabe movilizarse ella solita, sin que nadie tenga que animarla.

Si al final el milagro se produjese y el Rayo se quedara en Primera habrán sido cinco años maravillosos, irrepetibles, pero ¿creen que habremos aprendido lo suficiente de lo sucedido en todo este tiempo?

(*) En la imagen que abre esta información, botiquín médico del Rayo Vallecano en el banquillo de Vallecas. (© Foto: L. HERRERA / Vallecasweb.com)

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